Tras despedirme con pena y grandes recuerdos de la India, llego a Sri Lanka, que ya conozco bastante de un viaje anterior. Pero como el vuelo más barato a Malasia implicaba una parada de doce horas en Colombo, decidí coger el siguiente vuelo y pasar tres días en Negombo, una ciudad costera muy cerca del aeropuerto, de relax.
Nada más llegar me percato de mi error: la zona de la playa es un «infierno» turístico digno de los peores excesos de nuestras costas, y repleto de cansinos cazaturistas. Allí encuentro mi primer problema con un alojamiento: el que tenía reservado lo han cerrado por el morro sin molestarse en avisarme. En fin, después de algunas vicisitudes me pillo otro bastante bueno, y para consolarme me doy un homenaje de langostinos gigantes.
La playa de Negombo no es precisamente paradisíaca, es más bien una playa urbana llena de turistas poco exigentes, pero es muy chulo verla al atardecer de un sábado, compartiendola con los pescadores que regresan, las familias y parejillas locales, y hasta alguna persona haciendo meditación. Un descanso del pesadisimo y feo con ganas Paseo Maritimo....
Afortunadamente, los días siguientes le pillo el tranquillo a Negombo, pateandome la ciudad de arriba a abajo (evitando las horas de mas solana) y así me reencuentro con la auténtica y querida Sri Lanka: la de la gente que te sonríe y ayuda sin pedir nada a cambio; la de los vendedores que te enseñan orgullosos el precio de la etiqueta de la botella de agua para que veas que te cobran lo mismo que a los locales, ls de los escolares de blanquisimo uniforme que te saludan al pasar...
Arte callejero
Habrá alguna ropa más bonita y elegante que el sari?
Veo muchas iglesias católicas, herencia del colonialismo portugués, y aun más templos budistas (religión mayoritaria), y también mezquitas. Alucino con el espectacular templo budista de Angurukaramulla, recorro el canal Hamilton hasta el gran canal Holandés, yo totalmente solita y montones de barquitas y pescadores... Y ya estoy disfrutando a tope de nuevo!
Dejo Sri Lanka bien descansada y satisfecha, a pesar de un comienzo movidito. Ahora, a por Malasia!
Nada más llegar me percato de mi error: la zona de la playa es un «infierno» turístico digno de los peores excesos de nuestras costas, y repleto de cansinos cazaturistas. Allí encuentro mi primer problema con un alojamiento: el que tenía reservado lo han cerrado por el morro sin molestarse en avisarme. En fin, después de algunas vicisitudes me pillo otro bastante bueno, y para consolarme me doy un homenaje de langostinos gigantes.
La playa de Negombo no es precisamente paradisíaca, es más bien una playa urbana llena de turistas poco exigentes, pero es muy chulo verla al atardecer de un sábado, compartiendola con los pescadores que regresan, las familias y parejillas locales, y hasta alguna persona haciendo meditación. Un descanso del pesadisimo y feo con ganas Paseo Maritimo....
Afortunadamente, los días siguientes le pillo el tranquillo a Negombo, pateandome la ciudad de arriba a abajo (evitando las horas de mas solana) y así me reencuentro con la auténtica y querida Sri Lanka: la de la gente que te sonríe y ayuda sin pedir nada a cambio; la de los vendedores que te enseñan orgullosos el precio de la etiqueta de la botella de agua para que veas que te cobran lo mismo que a los locales, ls de los escolares de blanquisimo uniforme que te saludan al pasar...
Habrá alguna ropa más bonita y elegante que el sari?
Veo muchas iglesias católicas, herencia del colonialismo portugués, y aun más templos budistas (religión mayoritaria), y también mezquitas. Alucino con el espectacular templo budista de Angurukaramulla, recorro el canal Hamilton hasta el gran canal Holandés, yo totalmente solita y montones de barquitas y pescadores... Y ya estoy disfrutando a tope de nuevo!
Dejo Sri Lanka bien descansada y satisfecha, a pesar de un comienzo movidito. Ahora, a por Malasia!

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