jueves, 25 de enero de 2018

BATTU FERRINGHI - Parque Nacional PENANG

Hoy cojo un autobus, y por 60 centimos de euro recorro 20 kms hasta Battu Ferringhi, la playa más popular de la isla.

Ésta en sí no me dice gran cosa: una playa bastente decente asediada por enormes resorts y miles de tiendecitas y chiringuitos cazaturistas; podria ser cualquier costa mal gestionada del planeta, aunque por lo menos han dejado una línea de bosque que ejerce cierta protección visual.


Por cierto, aquí como en la India y Sri Lanka no se baña nadie: época de medusas asesinas, me dicen. A ver cuándo y donde podré ponerme en remojo!

Pero en realidad el motivo por que he venido aquí es la cercanía con el Parque Nacional de Penang: jungla y playas virgenes a las que sólo se puede acceder por senderismo bastante exigente o en barco.

Tengo muchas ganas de tirar millas en el monte!

Así que, al día siguiente nuevo bus, y en media hora ya estoy en el parque. Está bien organizado y la entrada es gratuita, sólo hay que dar los datos en el registro de visitantes.


Alli me informan que la ruta mas popular, la de la Playa de los Monos, está cerrada por mantenimiento, y me proponen la de la Playa de las Tortugas, unas 3 horas entre ida y vuelta y mayor dificultad -muchos desniveles. Pero yo no me corto, allá voy! Con la ayuda de una rama-bastón que un amable chaval malayo me ayuda a conseguir.


Escaleras de raices



Qué preciosidad de camino! La jungla virgen en todo su esplendor, acompañado por los ruidos de la selva. Pero, efectivimente, la ruta no es para domingueros: prácticamente sin llanos, subiendo y bajando por terreno muy castigado por las lluvias tropicales; raíces enormes, pedruscos, escalones irregulares y desgastados... en más de un tramo tengo que grimpar, y entre el calor y la humedad la palabra «sudor»  no hace justicia a lo que sucede, Madre mía del Amor Hermoso! Me pican los ojos del sudor que me chorrea por la cara, he de quitarme las gafas para poder ver algo... Pero la ruta es maravillosa y muy divertida; ya tenía ganas de darle un poco de cañita al cuerpo más allá de las caminatas urbanas!

Sudando a chorros, pero feliz como una perdiz!


Suerte de las cuerdas en algunos tramos...




Sin embargo, tengo varios encuentros con gente que va echando los bofes, pobres, sobre todo las mujeres «informales pero arreglas», en chanclas brasileñas, sandalias de brillantitos de esas que casi no tienen suela...¡qué pupa!

Al fin llego a la Playa de las Tortugas, bonita y virgen, y tras un poco de descanso disfrutando de la vista inicio el regreso, resistiendo la tentación de pillar una de las barcas que merodean por playa ofreciendo el transporte de vuelta a los caminantes «petados».






Antes de tomar el bus de vuelta, una última aventura con los energúmenos y omnipresentes macacos: mientras estaba entrenida viendo como una cría intentaba mangarle una fruta a su madre, un macho me cerró el paso en la senda, y al intentar yo pasar discretamente a su lado se me lanzó a las piernas con grandes berridos y aspavientos! Menos mal que el macho Alfa en seguida lo apartó a guantazos. Gracias jefe!
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Tras esta excitante experiencia, regreso a Georgetown para empezar el camino a las Cameron Highlands, las idílicas montañas esmeraldas del té. Y fresquitas!


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