miércoles, 31 de enero de 2018

KUALA LUMPUR 2

De vuelta a KL para terminar mi estancia en Malasia, aprovecho para tomar uno de los estupendos buses gratuitos para darme una vuelta por el espectacular centro comercial. Numerosos rascacielos, centros comerciales supercaros, y el símbolo de la ciudad, las famosas Torres Petronas, durante mucho años los edificios más altos del mundo.







La verdad es que son bastante bonitas, con aire «Liberty» que recuerda el célebre rascacielos Chrysler de Nueva York. Por cierto, su nombre se refiere a la compañia petrolífera estatal.

Pero aún me queda tiempo para disfrutar de los contrastes modernos y clasicos, del colorido de los mercadillos y de los pequeños y preciosos templos de los barrios antiguos.





 






Y termino esta etapa de mi viaje disfrutando de mis partes favoritas de Malasia: su gente y su comida, con un buen banquete con mis queridas Doreen y Yihan, y con Soon el de la sonrisa permanente.


Gracias por todo, y hasta la próxima...

Ahora, a Australia!

domingo, 28 de enero de 2018

IPOH- CAMERON HIGHLANDS

He llegado a la isla de Penang en ferry y me voy por tierra, por el largo puente que la une al continente, en uno de los muchos, comodos y baratos autobuses de tres asientos por fila. Voy hacia el Sur, de vuelta hacia Kuala Lumpur, pero antes haré dos paradas y un pequeño desvío.




La primera es en la ciudad de Ipoh, antigua capital de la minería del estaño y actualmente reconvirtiéndose en centro cultural. Su casco antiguo tiene rincones (y murales) muy bonitos, aunque después de haber admirado Georgetown es difícil encontrar nada a su altura....







Al día siguiente tocan muchas curvas, y subir y subir hasta las Cameron Highlands, las montañas agrícolas y del té. Con sus 1500 metros de altura media, verdisimas y fresquitas, son un destino muy popular para huir del calorazo de las tierras bajas malayas.







Llego en fin de semana y las carreteritas están a tope, menudos embotellamientos! Menos mal que el personal se lo toma con resignación y no se oye ni un bocinazo...

Y para esquivar las muchedumbres, nada mejor que ir andando; aqui el senderismo es muy minoritario. Desgraciadamente he de andar por asfalto todo el rato, ya que las sendas están impracticables, es temporada de lluvias, y acostumbrarse a andar bajo lluvias (y chaparrones tropicales) intermitentes; pero con una buena planificacion horaria y de rutas (y equipo impermeable) consigo disfrutar de unas cuantas caminatas mágicas.







Así, paso por bosques tropicales de montaña, granjas de fresas, de helechos, de cactus, de hongos, de mariposas... por mercados, mercadillos y mercadazos de todo tipo... y sobre todo por los inmensos puzzles esmeralda de las plantaciones de té. La primera vez que se ven es inolvidable. Yo ya las había visto en Sri Lanka, pero no es una vista de la que una se canse fácilmente...







La comida, como siempre en este país, excelente y barata o baratisima, aunque echo en falta los omnipresentes y variados zumos de frutas de Penang y KL. Pero a cambio descubro el riquísimo té de Crisantemo; y en un pequeño restaurante local van adrede a comprar fresas (el producto estrella de la zona, junto con el té) para hacerme un delicioso zumo para acompañar una bañera de Char Hor Fun exquisita (una especie de potaje de grandes tallarines que tiene de todo: gambas, pescado, cerdo asado, bolas de pescado, verduras, rodajas de gengibre... buenísimo! Aquí está todo tan bueno que sólo hay que apuntar a cualquier plato y preguntar «not spicy?» -y si te dicen que no, es verdad-; y a disfrutar!


Despues de dos días húmedos y fresquitos, alternando caminatas --de 10 a 17 kms- y relax, toca volver a KL para volar a la siguiente etapa: Australia.






jueves, 25 de enero de 2018

BATTU FERRINGHI - Parque Nacional PENANG

Hoy cojo un autobus, y por 60 centimos de euro recorro 20 kms hasta Battu Ferringhi, la playa más popular de la isla.

Ésta en sí no me dice gran cosa: una playa bastente decente asediada por enormes resorts y miles de tiendecitas y chiringuitos cazaturistas; podria ser cualquier costa mal gestionada del planeta, aunque por lo menos han dejado una línea de bosque que ejerce cierta protección visual.


Por cierto, aquí como en la India y Sri Lanka no se baña nadie: época de medusas asesinas, me dicen. A ver cuándo y donde podré ponerme en remojo!

Pero en realidad el motivo por que he venido aquí es la cercanía con el Parque Nacional de Penang: jungla y playas virgenes a las que sólo se puede acceder por senderismo bastante exigente o en barco.

Tengo muchas ganas de tirar millas en el monte!

Así que, al día siguiente nuevo bus, y en media hora ya estoy en el parque. Está bien organizado y la entrada es gratuita, sólo hay que dar los datos en el registro de visitantes.


Alli me informan que la ruta mas popular, la de la Playa de los Monos, está cerrada por mantenimiento, y me proponen la de la Playa de las Tortugas, unas 3 horas entre ida y vuelta y mayor dificultad -muchos desniveles. Pero yo no me corto, allá voy! Con la ayuda de una rama-bastón que un amable chaval malayo me ayuda a conseguir.


Escaleras de raices



Qué preciosidad de camino! La jungla virgen en todo su esplendor, acompañado por los ruidos de la selva. Pero, efectivimente, la ruta no es para domingueros: prácticamente sin llanos, subiendo y bajando por terreno muy castigado por las lluvias tropicales; raíces enormes, pedruscos, escalones irregulares y desgastados... en más de un tramo tengo que grimpar, y entre el calor y la humedad la palabra «sudor»  no hace justicia a lo que sucede, Madre mía del Amor Hermoso! Me pican los ojos del sudor que me chorrea por la cara, he de quitarme las gafas para poder ver algo... Pero la ruta es maravillosa y muy divertida; ya tenía ganas de darle un poco de cañita al cuerpo más allá de las caminatas urbanas!

Sudando a chorros, pero feliz como una perdiz!


Suerte de las cuerdas en algunos tramos...




Sin embargo, tengo varios encuentros con gente que va echando los bofes, pobres, sobre todo las mujeres «informales pero arreglas», en chanclas brasileñas, sandalias de brillantitos de esas que casi no tienen suela...¡qué pupa!

Al fin llego a la Playa de las Tortugas, bonita y virgen, y tras un poco de descanso disfrutando de la vista inicio el regreso, resistiendo la tentación de pillar una de las barcas que merodean por playa ofreciendo el transporte de vuelta a los caminantes «petados».






Antes de tomar el bus de vuelta, una última aventura con los energúmenos y omnipresentes macacos: mientras estaba entrenida viendo como una cría intentaba mangarle una fruta a su madre, un macho me cerró el paso en la senda, y al intentar yo pasar discretamente a su lado se me lanzó a las piernas con grandes berridos y aspavientos! Menos mal que el macho Alfa en seguida lo apartó a guantazos. Gracias jefe!
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Tras esta excitante experiencia, regreso a Georgetown para empezar el camino a las Cameron Highlands, las idílicas montañas esmeraldas del té. Y fresquitas!