Tras aproximadamente 3 horas de vuelo desde Osaka llegamos a Naha, capital de la isla de Okinawa en el archipiélago del mismo nombre.
La historia de Okinawa está marcada por la terrible batalla que la destruyó casi completamente en la II Guerra Mundial, y costó la vida a 140.000 civiles y 100.000 militares entre los militares japoneses y estadounidenses, y la ocupación norteamericana de la isla y establecimiento de una fuerte presencia militar plagada de abusos hasta la actualidad, lo que provoca gran resentimiento en un alto porcentaje de la población de la isla, que sin embargo depende en muchos aspectos de los ingresos provenientes de las bases (es la prefectura más pobre de Japón).
En cuanto llegamos a Naha vemos las diferencias: su relativa pobreza, su antigua cultura ryukyu de clara influencia china, y el encantador caracter de su gente, mucho más abierto y espontáneo que el resto de los japoneses.
Naha no es nada especial, pero disfrutamos del ajetreo de su calle principal, de los productos tropicales de su mercado, y de los pasteles y helados de boniato morado... buenísimo!
Arrecifes de coral rodean las islas del archipiélago
Los japoneses, grandes o pequeños, suelen quedarse «fritos» en los trayectos.
Los leones-perros shisa, guardianes de los hogares, se ven por todas partes (también en las tiendas de souvenirs)
Ambiente tropical en las calles
Playa urbana entre el monorail y la autopista
Al cole!
El sanshin, instrumento de tres cuerdas tipico de Okinawa
Da pena comerse estos pescados tan espectaculares, deberían lucirse en un acuario...
La historia de Okinawa está marcada por la terrible batalla que la destruyó casi completamente en la II Guerra Mundial, y costó la vida a 140.000 civiles y 100.000 militares entre los militares japoneses y estadounidenses, y la ocupación norteamericana de la isla y establecimiento de una fuerte presencia militar plagada de abusos hasta la actualidad, lo que provoca gran resentimiento en un alto porcentaje de la población de la isla, que sin embargo depende en muchos aspectos de los ingresos provenientes de las bases (es la prefectura más pobre de Japón).
En cuanto llegamos a Naha vemos las diferencias: su relativa pobreza, su antigua cultura ryukyu de clara influencia china, y el encantador caracter de su gente, mucho más abierto y espontáneo que el resto de los japoneses.
Naha no es nada especial, pero disfrutamos del ajetreo de su calle principal, de los productos tropicales de su mercado, y de los pasteles y helados de boniato morado... buenísimo!
Arrecifes de coral rodean las islas del archipiélago
Los japoneses, grandes o pequeños, suelen quedarse «fritos» en los trayectos.
Los leones-perros shisa, guardianes de los hogares, se ven por todas partes (también en las tiendas de souvenirs)
Ambiente tropical en las calles
Playa urbana entre el monorail y la autopista
Al cole!
Da pena comerse estos pescados tan espectaculares, deberían lucirse en un acuario...
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