viernes, 30 de marzo de 2018

Itinerario CANADÁ

Tras la intensa y maravillosa experiencia de Japón, gran salto a través del Pacifico hasta el Oeste de Canadá. 15 horas de diferencia horaria y bastantes grados de temperatura!

Allí pienso disfrutar de las legendarias Montañas Rocosas: unos días en el famoso Parque Nacional de Banff y otros en el mucho más tranquilo y apartado de Jasper  tras recorrer la célebre carretera del Campo de Hielo de Columbia.

Y de allí, 18 horas en el icónico tren El Canadiense, hasta Vancouver.

Donde me recogerá mi amiga del Camino Cathryn, para conducirme en su coche s mi aventura estadounidense.

TOKIO 2 y ADIÓS, JAPÓN

Últimos días en Tokio, antes de la vuelta de Montse y Josep Maria a Barcelona, y mi continuación hacia Canadá.

Y los aprovechamos para hacer dos cosas bien japonesas:

-Refugiarnos de un dia helado de aguanieve en un centro comercial, y abandonarnos a una orgía de consumismo low cost en un enorme Daiso, la célebre cadena de «todo a 100 yens». Superdiver!




-Y al día siguiente, con mejor tiempo, a disfrutar del comienzo del gran ritual japonés de la primavera: el Hamami, o contemplación (y fotografía) de los cerezos en flor.

 Templo Sinju ji


 Asakusa

Jardín de infancia a la japonesa

Para ello, nos damos una vuelta por el barrio de Asakusa y su templo Sinju-ji, para acercarnos luego al precioso jardín Koishikawa Korakuen, perteneciente a la antigua mansión de un señor feudal del s. XVII. Allí observamos el inicio de la primavera, y las primeras sakuras (flores de cerezo) del año.


 En el jardín Koishikawa Korakuen









Y con esto nos despedimos de este increíble país. Gracias a todos sus habitantes, y a Montse, Josep Maria y Masato por su parte en esta gran experiencia! Arigato!


Última foto, luciendo los pijamas de yudoca cortesia del hotel cercano al aeropuerto donde pasamos nuestra última noche. Sayonara!





miércoles, 28 de marzo de 2018

Islas KERAMA - ZAMAMI y AKA

Desde Naha, un par de horas en ferry nos llevaron al Parque Nacional de las islas Kerama, al oeste de la isla Okinawa.Allí pasamos tres días en la principal de estas pequeñas islas, Zamami, con una excursión a la más próxima, Aka.

Recibimiento lluvioso...

...pero sol y aguas cristalinas al día siguiente

El pueblo y puerto de Zamami

Vistas y más vistas

Shisas (leones-perros protectores de los hogares) para todos los gustos

Este paraíso semitropical nos recibió con lluvia, pero al día siguiente ya se nos mostró en todos los maravillosos verdes de sus colinas, los blancos y dorados de sus playas, y sobre todo el increíble «azul kerama» de su mar. A pesar de que las temperaturas de agua y aire eran muy agradables tuvimos las playas casi en exclusiva, esta época aún se considera el final de la temporada baja. Mejor para nosotros!

Explorando la isla






Con un amable cazador de mariposas: las hay a miles!








 En la playa de Furuzamami


El Minshuku Yadokari, donde nos alojamos, fue un gran descubrimiento. Pequeño y familiar, con un bonito jardin (mmm, las hamacas!) y una estupendisima comida okinawense a precios fantásticos: ya podían tomar ejemplo en la Costa Brava!

Pero lo mejor fue su gente: la gran Naho -siempre pendiente de nosotros- y los demás compartieron con nosotros montones de conversaciones y risas, a pesar de la gran barrera idiomática, y con ellos nos sentimos como en familia.

Con Naho (centro) y demás encantadores amigos del Yadokari

 Y ésto era sólo el desayuno!

Aunque algunas texturas eran francamente exóticas: Arroz «chicloso» frito, divertido postre...

Y hay que mencionar el que hicieran exquisitas y trabajadas comidas vegetarianas para Josep Maria, lo que para un sitio tan pequeño debió ser todo un esfuerzo.

 Excursión a la isla de Aka





 Playa de Nishigahama


 Tai chi en el Paraíso





Tuvimos suerte de encontrarnos a un Ciervo de Kerama, una rara especie endémica en tres de las islas

Así pasamos unos días estupendos, caminando por verdes colinas, bañandonos en playas alucinantes y solitarias, y disfrutando de preciosas puestas de sol en la playa de Ama, a tres minutos a pie de nuestra casa okinawense.

Ama, nuestra playa vecina, y sus puestas de sol







No olvidaremos fácilmente los colores de Kerama ni la calidez de sus gentes!